Todo esto demuestra que el Señor sabe librar de la tentación a los que viven con devoción a Dios, y sabe también guardar a los injustos para castigarlos en el día del juicio.
Han llegado los días del castigo, han llegado los días de la retribución. ¡Que lo sepa Israel! Es tan grande tu maldad y tan intensa tu hostilidad, que al profeta se le tiene por necio, y al hombre inspirado, por loco.
Y ahora, por esa misma palabra, el cielo y la tierra están guardados para el fuego, reservados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos.
Pero por tu obstinación y por tu corazón sin arrepentimiento sigues acumulando castigo contra ti mismo para el día de la ira, cuando Dios revelará su justo juicio.
»¡Huyan de Babilonia! ¡Sálvese quien pueda! No perezcan por causa de su iniquidad. Porque ha llegado la hora de que el Señor tome venganza; ¡él le dará su merecido!
»Miren, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja; ese día les prenderá fuego hasta dejarlos sin raíz ni rama —dice el Señor de los Ejércitos—.
Alégrense, naciones, con el pueblo de Dios; él vengará la sangre de sus siervos. ¡Sí! Dios se vengará de sus enemigos, y perdonará a su tierra y a su pueblo.