»Llamó entonces a cada uno de los que debían algo a su amo. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi amo?”.
Al comenzar a hacerlo, se presentó uno que le debía diez mil monedas de oro.
Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros ofensores.
»Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, exigió.
Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la administración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!”.
“Cien barriles de aceite”, contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate enseguida y escribe cincuenta”.