Con tela de lino bordada de Egipto hicieron tus velas y estas te sirvieron de bandera. De las costas de Elisá trajeron telas de azul y carmesí para tu toldo.
En la medida en que ella se entregó a la vanagloria y al arrogante lujo denle tormento y aflicción; porque en su corazón se jacta: “Estoy sentada como reina; no soy viuda ni sufriré jamás”.
La mujer estaba vestida de color púrpura y escarlata; iba adornada con oro, piedras preciosas y perlas. Tenía en la mano una copa de oro llena de abominaciones y de la inmundicia de sus adulterios.
Quedaste adornada de oro y plata, vestida de tela de lino fino, de seda y de telas bordadas. Te alimentabas con harina refinada, con miel y aceite de oliva. Llegaste a ser muy hermosa y creciste para ser reina.
Mardoqueo salió de la presencia del rey vistiendo ropas reales de color azul y blanco, una gran corona de oro y un manto de hilo de lino fino color púrpura. La ciudad de Susa estalló en gritos de alegría.
El peso de los anillos de oro que él les pidió llegó a mil setecientos siclos, sin contar los adornos, los aros y los vestidos de color carmesí que usaban los reyes madianitas, ni los collares que llevaban sus camellos.