Del mismo modo, muchas naciones se asombrarán y en su presencia enmudecerán los reyes, porque verán lo que no se les había anunciado y entenderán lo que no habían oído.
Y ahora —ordenó el Señor—, llévate la mano al pecho. Moisés se llevó la mano al pecho y cuando la sacó, la tenía toda cubierta de una enfermedad en la piel; estaba blanca como la nieve.
Para pedir perdón por los pecados, cada día ofrecerás un novillo como ofrenda por el pecado. Purificarás el altar ofreciendo por él un sacrificio de perdón de pecados, ungiéndolo para consagrarlo.