que ordenara a Aarón y a sus hijos: «Esta es la ley respecto al holocausto: El holocausto se dejará arder sobre el altar toda la noche hasta el amanecer y el fuego del altar se mantendrá encendido.
Mientras tanto, el fuego se mantendrá encendido sobre el altar; no deberá apagarse. Cada mañana el sacerdote pondrá más leña sobre el altar, y encima de este colocará el holocausto para quemar en él la grasa del sacrificio de comunión.
mientras que la sala que da al norte es para los sacerdotes encargados del altar. Estos son los hijos de Sadoc y son los únicos levitas que pueden acercarse al Señor para ministrar delante de él».
Con el primer cordero ofrecerás la décima parte de un efa de harina refinada mezclada con un cuarto de hin de aceite de oliva y un cuarto de hin de vino como ofrenda líquida.
De la presencia del Señor salió un fuego que consumió el holocausto y la grasa que estaban sobre el altar. Al ver esto, todo el pueblo prorrumpió en gritos de júbilo y cayó rostro en tierra.
A causa del terror caerá su fortaleza; sus comandantes dejarán abandonada su bandera», afirma el Señor, cuyo fuego está en Sión y cuyo horno está en Jerusalén.