Y cuando salgan al atrio exterior donde está el pueblo, deberán quitarse la ropa con la que hayan ministrado y dejarla en las salas sagradas. Luego se cambiarán de ropa, a fin de no consagrar al pueblo por medio de sus vestiduras.
Todo esto, es decir, el resto del novillo, lo sacará del campamento y lo llevará a un lugar ritualmente puro, al vertedero de la ceniza, y dejará que se consuma sobre la leña encendida. Sobre el vertedero de la ceniza se consumirá.
El novillo del sacrificio por el perdón y el macho cabrío del sacrificio por el perdón, cuya sangre se llevó para purificar el santuario, se sacarán del campamento, y la piel, la carne y el excremento se quemarán.
Luego, sacará del campamento el resto del novillo y dejará que se consuma en el fuego, como el otro. Este es el sacrificio para el perdón por el pecado de la asamblea.
El sacerdote, vestido con su túnica y su ropa interior de tela de lino, removerá las cenizas del holocausto consumido por el fuego sobre el altar y las echará a un lado del altar.
Mientras tanto, el fuego se mantendrá encendido sobre el altar; no deberá apagarse. Cada mañana el sacerdote pondrá más leña sobre el altar, y encima de este colocará el holocausto para quemar en él la grasa del sacrificio de comunión.
«Esta es la ofrenda que Aarón y sus hijos deben presentar al Señor el día en que sean ungidos: la décima parte de un efa de harina refinada, como ofrenda regular de cereal. Una mitad de la ofrenda se presentará por la mañana, y la otra mitad por la tarde.
El pan pertenece a Aarón y a sus hijos, quienes lo comerán en un lugar santo. Es una parte sumamente sagrada de las ofrendas puestas al fuego ante el Señor. Es un estatuto perpetuo».