El oferente presentará al Señor, como ofrenda puesta al fuego, las siguientes partes del animal: la grasa que recubre los intestinos y la que se adhiere a estos,
Luego, sacará al animal toda la grasa, tal y como se saca la grasa al sacrificio de comunión, y el sacerdote la quemará toda en el altar como aroma grato al Señor. Así el sacerdote pedirá perdón por él, y su pecado será perdonado.
Se ofrecieron muchos holocaustos, además de la grasa de los sacrificios de comunión y de las ofrendas líquidas para cada holocausto. Así fue como se restableció el culto en el Templo del Señor.