Pero si no lo rescata o se lo vende a otro, ya no podrá rescatarlo.
Si el que consagra su campo realmente quiere rescatarlo, deberá añadir una quinta parte al valor que haya fijado el sacerdote, y el campo volverá a ser suyo.
Cuando en el jubileo el campo quede libre, será consagrado como campo reservado para el Señor, y pasará a ser propiedad del sacerdote.
En el año del jubileo, el campo volverá a ser parte de la heredad familiar de su dueño anterior.