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Referencias Cruzadas

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Levítico 26:40

Biblia Nueva Versión Internacional 2022

»Pero si confiesan su maldad y la de sus antepasados —su traición y constante oposición contra mí,

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30 Referencias Cruzadas  

Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, alcanza la misericordia.

Volveré luego a mi morada hasta que reconozcan su culpa y busquen mi rostro; en su angustia me buscarán con sinceridad».

Deberá confesar su pecado y pagarle a la persona perjudicada una compensación por el daño causado, con un recargo del veinte por ciento.

Así se acordarán ustedes de su mala conducta y de sus acciones perversas; además, sentirán vergüenza por sus propias iniquidades y abominaciones.

Pero te confesé mi pecado y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor». Y tú perdonaste la culpa de mi pecado. Selah

y si en el destierro, en el país de los conquistadores, se arrepienten, se vuelven a ti y oran diciendo: “Somos culpables, hemos pecado, hemos hecho lo malo”;

Entonces Josué dijo a Acán: —Hijo mío, honra y alaba al Señor, Dios de Israel. Cuéntame lo que has hecho. ¡No me ocultes nada!

yo también seguiré oponiéndome a ustedes. Yo mismo los heriré siete veces por sus pecados.

»Si a pesar de esto siguen oponiéndose a mí y se niegan a obedecerme, siete veces los castigaré por sus pecados.

»Si alguien resulta culpable de alguna de estas cosas, deberá reconocer que ha pecado

Ahora, pues, confiesen su pecado al Señor, Dios de nuestros antepasados, y hagan lo que a él le agrada. Sepárense de los paganos y de las mujeres extranjeras.

Reconocemos, Señor, nuestra maldad y la iniquidad de nuestros antepasados. ¡Hemos pecado contra ti!

Al llegar a Galaad, dijeron a los de las dos tribus y media:

y si en la tierra de sus enemigos que los tomaron cautivos se vuelven a ti de todo corazón y con toda el alma, y oran a ti y dirigen la mirada hacia la tierra que diste a sus antepasados, hacia la ciudad que has escogido y hacia el templo que he construido en honor de tu Nombre,

y dije en oración: «Dios mío, estoy avergonzado y humillado como para levantar el rostro hacia ti, porque nuestras maldades se han amontonado hasta cubrirnos por completo; nuestra culpa ha llegado hasta el cielo.

¡Señor, Dios de Israel, tú eres justo! Tú has permitido que hasta hoy sobrevivamos como remanente. Culpables como somos, estamos en tu presencia, aunque no lo merecemos».

»¡Mírame, Señor, que me encuentro angustiada! ¡Siento una profunda agonía! Mi corazón se agita dentro de mí, pues he sido muy rebelde. Allá afuera, la espada me deja sin hijos; dentro de la casa hay ambiente de muerte.

Ustedes se consolarán cuando vean la conducta y las obras de esa gente; sabrán que lo que hice contra Jerusalén no fue sin razón, afirma el Señor y Dios».




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