que dijera a Aarón y a sus hijos: «Traten con mucho respeto las ofrendas sagradas que me consagran los israelitas, para no profanar mi santo nombre. Yo soy el Señor».
Consagrarás para el Señor tu Dios todo primogénito macho de tus vacas y ovejas. No pondrás a trabajar al primogénito de tus bueyes ni esquilarás al primogénito de tus ovejas.
Después de presentar el diezmo de los diezmos, ya no será pecado que coman lo que sobre. »No profanen las ofrendas sagradas de los israelitas, porque de lo contrario morirán».
Esta placa estará siempre sobre la frente de Aarón, para que el Señor acepte todas las ofrendas sagradas de los israelitas, ya que Aarón llevará sobre sí el pecado en que ellos incurran al dedicar sus ofrendas sagradas.
Deben ser santos para su Dios y no profanar su nombre. Son ellos los que presentan al Señor las ofrendas puestas al fuego, que son como el pan de su Dios. Por eso deben ser santos.
Yo mismo me pondré en contra de ese hombre y lo eliminaré de su pueblo porque, al entregar a uno de sus hijos para quemarlo como sacrificio a Moloc, profana mi santuario y mi santo nombre.
»Ustedes deben mantener apartados de la impureza a los israelitas. Así evitarán que ellos mueran por haber contaminado mi santuario, que está en medio de ellos.
Luego les dije: «Ustedes y los utensilios han sido consagrados al Señor. La plata y el oro son una ofrenda voluntaria para el Señor, Dios de nuestros antepasados.
Ustedes, que transportan los utensilios del Señor, ¡pónganse en marcha, salgan de allí! ¡Salgan de en medio de ella, purifíquense! ¡No toquen nada impuro!