»Cuando un israelita o algún extranjero que viva entre ustedes cace algún animal o ave que sea lícito comer, le extraerá la sangre y la cubrirá con tierra,
Pero no deberás comer la sangre, sino que la derramarás en la tierra como si fuera agua.
»”La ciudad está empapada en su sangre, pues ella la derramó sobre la roca desnuda; no la derramó por el suelo, donde el polvo la podía cubrir.
Pero no comerás la sangre, sino que la derramarás en la tierra como si fuera agua.
En lugar de comerla, derrámala en la tierra como si fuera agua.
Vivan donde vivan, ustedes no comerán grasa ni sangre alguna, sea de ave o de otro animal.
»¡Ah, tierra, no cubras mi sangre! ¡No dejes que se acalle mi clamor!
Por eso les digo: Ninguno de ustedes deberá comer sangre ni tampoco deberá comerla el extranjero que viva entre ustedes.
Pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la mujer ajena busca tu valiosa vida.