Entonces respondió a los enviados: —Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen alguna enfermedad en su piel son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas noticias.
Así mismo, había en Israel muchos con alguna enfermedad de la piel en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán el sirio».
Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen alguna enfermedad en su piel son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas noticias.
Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien a los que tengan alguna enfermedad en la piel, expulsen a los demonios. Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente.
Así que Naamán bajó al Jordán y se sumergió siete veces, según se lo había ordenado el hombre de Dios. ¡Entonces su piel se volvió como la de un niño y quedó limpio!
Les dijo: «Yo soy el Señor su Dios. Si escuchan mi voz y hacen lo que yo considero justo, y si cumplen mis mandamientos y estatutos, no traeré sobre ustedes ninguna de las enfermedades que traje sobre los egipcios. Yo soy el Señor que les devuelve la salud».
«Cuando a una persona le salga en la piel alguna inflamación, erupción o mancha blancuzca que pueda convertirse en infección, se la llevará al sacerdote Aarón o a alguno de sus descendientes los sacerdotes.
»Si después de haber sido recubierta la casa el sacerdote la examina y el moho no se ha extendido, la declarará pura, porque la infección ha desaparecido.