Gedeón contestó: —¡Está bien! Cuando el Señor haya entregado en mis manos a Zeba y a Zalmuna, les desgarraré a ustedes la carne de sus cuerpos con espinas y zarzas del desierto.
Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, se postró en adoración. Luego volvió al campamento de Israel y ordenó: «¡Levántense! El Señor ha entregado en manos de ustedes el campamento madianita».