Les dijo: «Vino el Señor desde el Sinaí, vino sobre su pueblo, como aurora, desde Seír; resplandeció desde el monte Parán. Llegó con millares de santos desde el sur, desde las laderas de sus montañas.
En aquella ocasión, su voz estremeció la tierra, pero ahora ha prometido: «Una vez más haré que se estremezca no solo la tierra, sino también el cielo».