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Referencias Cruzadas

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Jueces 19:3

Biblia Nueva Versión Internacional 2022

cuando su esposo fue a verla para convencerla de que regresara. Con él llevó a un criado suyo y dos asnos. Ella lo hizo pasar a la casa de su propio padre, quien se alegró mucho de verlo.

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16 Referencias Cruzadas  

Así que, ¡no tengan miedo! Yo cuidaré de ustedes y de sus hijos. De ese modo José los consoló, pues les habló al corazón.

Pero luego se enamoró de ella y trató de ganarse su afecto.

Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado.

—Nadie, Señor. Jesús dijo: —Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar.

Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, decidió romper en secreto el compromiso.

«Por eso, ahora voy a seducirla, la llevaré al desierto y le hablaré con ternura.

»Supongamos que un hombre se divorcia de su mujer y que ella lo deja para casarse con otro. ¿Podría volver el primero a casarse con ella? ¿No quedará la tierra completamente contaminada? Pues bien, tú te has prostituido con muchos amantes y ya no podrás volver a mí», afirma el Señor.

Pasado algún tiempo, durante la cosecha de trigo, Sansón tomó un cabrito y fue a visitar a su esposa. —Voy a la habitación de mi esposa —dijo él. Pero el padre de ella no le permitió entrar,

Mientras iba con ellos, la ira de Dios se encendió y en el camino el ángel del Señor se hizo presente, dispuesto a no dejarlo pasar. Balán iba montado en su burra y sus dos criados lo acompañaban.

»Si alguien comete adulterio con la mujer de su prójimo, tanto el adúltero como la adúltera serán condenados a muerte.

»No alimentes en tu corazón odios contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado.

Pero ella le fue infiel, lo dejó y regresó a la casa de su padre, en Belén de Judá. Había estado allí cuatro meses

Su suegro, padre de la muchacha, lo convenció de que se quedara y él se quedó tres días comiendo, bebiendo y durmiendo allí.

Despuntaba el alba cuando la mujer volvió y se desplomó a la entrada de la casa donde estaba hospedado su marido. Allí se quedó hasta que amaneció.

»En aquel día», afirma el Señor, «me llamarás “esposo mío” y no me llamarás más “mi señor”.




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