Cuando vi que ustedes no me ayudarían, arriesgué mi vida, marché contra los amonitas y el Señor los entregó en mis manos. ¿Por qué, pues, han subido hoy a luchar contra mí?
Para matar al filisteo arriesgó su propia vida y el Señor dio una gran victoria a todo Israel. Usted mismo lo vio y se alegró. ¿Por qué ha de pecar contra un inocente y matar a David sin motivo?
Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte.
Así que Dios, con sus sacerdotes, va al frente de nosotros. Las trompetas están listas para dar la orden de ataque contra ustedes. ¡Israelitas, no peleen contra el Señor, Dios de sus antepasados, pues no podrán vencerlo!».
Yo no te he hecho ningún mal. Tú, en cambio, obras mal conmigo al librar una guerra contra mí. Que el Señor, el gran Juez, dicte hoy su sentencia en esta contienda entre israelitas y amonitas”».
Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad y lucharon contra los de la tribu de Efraín. Los de Galaad derrotaron a los de Efraín porque estos les habían dicho: «Ustedes los galaaditas son renegados de Efraín y Manasés».