¿Dónde están, Judá, los dioses que te fabricaste? ¡Tienes tantos dioses como ciudades! ¡Diles que se levanten! ¡A ver si te salvan cuando caigas en desgracia!
¿Qué van a hacer cuando deban rendir cuentas, cuando llegue desde lejos la tormenta? ¿A quién acudirán en busca de ayuda? ¿En dónde dejarán sus riquezas?
Pero Eliseo dijo al rey de Israel: —¿Qué tengo yo que ver con usted? Váyase a consultar a los profetas de su padre y de su madre. —No —respondió el rey de Israel—, pues el Señor nos ha reunido a los tres para entregarnos en manos de los moabitas.
Lo levantan en hombros y lo cargan; lo ponen en su lugar y allí se queda. No se puede mover de su sitio. Por más que clamen a él, no habrá de responderles ni podrá salvarlos de sus aflicciones.
Cuando grites pidiendo ayuda, ¡que te salve tu colección de ídolos! A todos ellos se los llevará el viento; con un simple soplo desaparecerán. Pero el que se refugia en mí recibirá la tierra por herencia y tomará posesión de mi monte santo».
»”En cuanto a ustedes, pueblo de Israel, así dice el Señor y Dios: Si no quieren obedecerme, ¡vayan y adoren a sus ídolos! Pero no sigan profanando mi santo nombre con sus ofrendas y sus ídolos.