—Denles ustedes mismos de comer —dijo Jesús. —No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a menos que vayamos a comprar comida para toda esta gente —objetaron ellos,
Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, quien era rico y por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser ricos.
Y oí como una voz en medio de los cuatro seres vivientes que decía: «Un kilogramo de trigo o tres kilogramos de cebada por el salario de un día; pero no dañes el aceite ni el vino».
Eliseo contestó: —Oigan la palabra del Señor que dice así: “Mañana a estas horas, a la entrada de Samaria, podrá comprarse un seah de harina refinada con un siclo de plata y hasta dos seahs de cebada por el mismo precio”.
con mantequilla y leche de las vacas y ovejas, y con cebados corderos y cabritos; con toros selectos de Basán y las mejores espigas del trigo. Bebió la sangre espumosa de la uva.