Cuando fue bautizada con su familia, nos hizo la siguiente invitación: «Si ustedes me consideran creyente en el Señor, vengan a hospedarse en mi casa». Y nos persuadió.
Tú, esperanza y salvación de Israel en momentos de angustia, ¿por qué actúas en nuestra tierra como un extraño, como un viajero que solo pasa la noche?
No bien los he dejado, cuando encuentro al amor de mi vida. Lo abrazo y, sin soltarlo, lo llevo a la casa de mi madre, a la alcoba donde ella me concibió.