¿Por qué me interrogas a mí? ¡Interroga a los que me han oído hablar! Ellos deben saber lo que dije.
—Si eres el Cristo, dínoslo —le exigieron. Jesús contestó: —Si se lo dijera a ustedes, no me lo creerían
—Yo he hablado abiertamente al mundo —respondió Jesús—. Siempre he enseñado en las sinagogas o en el Templo, donde se congregan todos los judíos. En secreto no he dicho nada.
Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí cerca le dio una bofetada y le dijo: —¿Así contestas al sumo sacerdote?