Josué mantuvo extendido el brazo con el que sostenía su jabalina, hasta que el ejército israelita exterminó a todos los habitantes de Hai.
Entonces el Señor ordenó a Josué: «Apunta hacia Hai con la jabalina que llevas, pues en tus manos entregaré la ciudad». Y así lo hizo Josué.
Fue así como Josué derrotó al ejército amalecita a filo de espada.
En aquella ocasión conquistamos todas sus ciudades y las destruimos por completo; matamos a varones, mujeres y niños. ¡Nadie quedó con vida!
Los gabaonitas, al darse cuenta de cómo Josué había tratado a las ciudades de Jericó y de Hai,