para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios, a fin de que, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia entre los santificados”.
»Este es el territorio que ustedes repartirán por sorteo entre las tribus de Israel y que será su herencia. Así quedará distribuido el territorio», afirma el Señor y Dios.
La sortearán como herencia entre ustedes y entre los extranjeros que habiten entre ustedes y hayan tenido hijos, a los cuales deberán considerar israelitas por nacimiento. Por tanto, estos extranjeros recibirán una herencia con ustedes entre las tribus de Israel.
De este modo, el sacerdote Eleazar, Josué y los jefes de las tribus de Israel terminaron de dividir los territorios. El sorteo lo realizaron en Siló, en presencia del Señor, a la entrada de la Tienda de reunión.
Cuando los hombres estaban listos para salir a hacer el reconocimiento del país, Josué ordenó: «Exploren todo el país y tráiganme una descripción escrita de todos sus territorios. Cuando regresen aquí a Siló, yo haré el sorteo de tierras en presencia del Señor».
Los hombres hicieron tal como Josué ordenó; luego regresaron a Siló con la descripción de todo el país, ciudad por ciudad, y su división en siete partes.
Yo repartí por sorteo, como herencia de sus tribus, tanto las tierras de las naciones que aún quedan como las de aquellas que ya han sido conquistadas, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo hacia el oeste.
Los líderes del pueblo se establecieron en Jerusalén. Entre el resto del pueblo se hizo un sorteo para que uno de cada diez se quedara a vivir en Jerusalén, la ciudad santa, y los otros nueve se establecieran en las otras poblaciones.