¿No se nos arrebató el alimento ante nuestros propios ojos, la alegría y el regocijo de la casa de nuestro Dios?
Llegaré entonces al altar de Dios, del Dios de mi alegría y mi deleite, y allí, oh Dios, mi Dios, te alabaré al son del arpa.
¡Vístanse de duelo y giman, sacerdotes! ¡Laméntense, ministros del altar! ¡Vengan, ministros de mi Dios, y pasen la noche vestidos de luto, porque las ofrendas de cereales y las ofrendas líquidas han sido suspendidas en la casa de su Dios!
Pero entonces el otro protestará: «Yo no soy médico y en mi casa no hay pan ni manto; ¡no me hagas líder del pueblo!».
¡Gloríense en su santo nombre! ¡Alégrese el corazón de los que buscan al Señor!
Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has quebrantado.