»Aquel día se oirán gritos de auxilio, desde la puerta del Pescado, quejidos desde el Barrio Nuevo, y gran quebranto desde las colinas», afirma el Señor.
Mi corazón grita por Moab; sus fugitivos huyen hasta Zoar, hasta Eglat Selisiyá. Suben llorando por la cuesta de Luhit; ante el desastre, gritan desesperados por el camino de Joronayin.
como el calor en el desierto. Tú aplacas el tumulto de los extranjeros, como se aplaca el calor bajo la sombra de una nube y ahogas el alboroto de los violentos.