Quedan todos aterrados; dolores y angustias los atrapan: ¡se retuercen de dolor, como si estuvieran de parto! Espantados, se miran unos a otros; ¡tienen el rostro encendido!
Remonta vuelo el enemigo, se desliza como un águila, extiende sus alas sobre Bosra. En aquel día se angustiarán los valientes de Edom, como se angustia una mujer de parto.
Pregunten y vean si acaso los varones dan a luz. ¿Por qué, pues, veo a todos los hombres con las manos sobre el vientre, como mujeres con dolores de parto? ¿Por qué han palidecido todos los rostros?
Cuando la gente esté diciendo: «Paz y seguridad», vendrá de improviso sobre ellos la destrucción, como llegan los dolores de parto a la mujer embarazada. De ninguna manera podrán escapar.
Dejaron de combatir los guerreros de Babilonia; se escondieron en las fortalezas. Sus fuerzas se agotaron; se volvieron unos cobardes. Sus moradas fueron incendiadas y destrozados sus cerrojos.
Oigo el grito como de parturienta, quejidos como de primeriza. Es el grito de la hija de Sión, que respira con dificultad; que extiende los brazos y dice: «¡Ay de mí, que desfallezco! ¡Estoy en manos de asesinos!».
«En aquel día desfallecerá el corazón del rey y de los oficiales; los sacerdotes se llenarán de pánico y los profetas quedarán atónitos», afirma el Señor.
Por eso yo enviaré fuego sobre Moab que consumirá las fortalezas de Queriot. Y morirá Moab en medio del estrépito de gritos de guerra y toques de trompeta.