Lloro por ti, viña de Sibmá, más que por Jazer; tus ramas sobrepasan el mar y llegan hasta Jazer, pero caerá el destructor sobre tu cosecha y sobre tu vendimia.
»Tú, que habitas en Dibón: desciende de tu lugar de honor y siéntate en el sequedal, porque el destructor de Moab te ataca y destruye tus fortificaciones.
Moab será devastada y sus ciudades, invadidas», afirma el Rey, cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos. «Lo mejor de su juventud descenderá al matadero.
El destructor vendrá contra toda ciudad y ni una sola de ellas escapará. El valle quedará en ruinas, y la meseta quedará destruida, tal como lo ha dicho el Señor.
Yo me quedaré en Mizpa, para representarlos ante los babilonios que vengan a vernos. Pero ustedes, comiencen a almacenar en recipientes vino, frutos de verano y aceite, y vivan en las ciudades que han ocupado».