Había entre ellos diez hombres que rogaron a Ismael: —¡No nos mates; tenemos escondidos en el campo trigo, cebada, aceite y miel! Ismael accedió y no los mató como a sus compañeros.
»Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida y el cuerpo más que la ropa?
Te daré los tesoros de las tinieblas y las riquezas guardadas en lugares secretos, para que sepas que yo soy el Señor, el Dios de Israel, que te llama por tu nombre.
El rey Asá había hecho una cisterna para defenderse de Basá, rey de Israel, y en esa fosa fue donde Ismael, hijo de Netanías, arrojó los cadáveres de los hombres que había matado, junto con Guedalías, llenándola de cadáveres.