El Señor me contestó: «Esos profetas están profetizando mentiras en mi nombre. Yo no los he enviado, ni he dado ninguna orden, ni siquiera les he hablado. Lo que están profetizando son visiones engañosas, adivinaciones vanas y delirios de su propia imaginación.
Queridos hermanos, no crean a cualquier espíritu, sino sométanlo a prueba para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas.
Entonces el profeta Jeremías dijo al profeta Jananías: —Presta mucha atención. A pesar de que el Señor no te ha enviado, tú has hecho que este pueblo confíe en una mentira.
Todas las mujeres que aún quedan en el palacio del rey de Judá serán entregadas a los oficiales del rey de Babilonia. Ellas mismas le echarán en cara: »“Tus amigos más confiables te han engañado y te han vencido. Tienes los pies hundidos en el fango, pues tus amigos te dieron la espalda”.
Tus profetas te anunciaron visiones falsas y engañosas. No denunciaron tu maldad; no evitaron tu cautiverio. Los mensajes que te anunciaban eran falsos y engañosos.
Los ídolos con maldad hablan mentiras, los adivinos tienen sueños falsos; hablan de visiones falsas y consuelan con discursos sin sentido. El pueblo vaga como rebaño afligido porque carece de pastor.