Jeremías 20:9

Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Si digo: «No me acordaré más de él ni hablaré más en su nombre»; entonces su palabra es en mi corazón como un fuego, un fuego ardiente que penetra hasta los huesos. He hecho todo lo posible por contenerla, pero ya no puedo más.

Referencias Cruzadas

Salmos 39:3

¡el corazón me ardía en el pecho! Al meditar en esto, el fuego se inflamó y tuve que decir:

Hechos 4:20

Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.

Ezequiel 3:14

El Espíritu me levantó y se apoderó de mí. Y me fui amargado y enardecido en mi espíritu, mientras la mano del Señor me sujetaba con fuerza.

Hechos 17:16

Mientras Pablo los esperaba en Atenas, le dolió en el alma ver que la ciudad estaba llena de ídolos.

Jeremías 6:11

Pero yo estoy lleno de la ira del Señor, y ya no puedo contenerme. «Derrama tu ira en la calle sobre los niños, sobre los grupos de jóvenes, porque serán capturados el marido y la mujer, la gente madura y la entrada en años.

Lucas 9:62

Jesús respondió: —Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios.

Hechos 18:5

Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo se dedicó exclusivamente a la predicación, testificándoles a los judíos que Jesús era el Cristo.

Jeremías 4:19

¡Qué angustia, qué angustia! ¡Me retuerzo de dolor! Mi corazón se agita. ¡Ay, corazón mío! ¡No puedo callarme! Puedo escuchar el toque de trompeta y el grito de guerra.

Jeremías 23:9

En cuanto a los profetas: Mi corazón está quebrantado dentro de mí y se me estremecen los huesos. Por causa del Señor y de sus santas palabras, hasta parezco un borracho, alguien dominado por el vino.

Jeremías 23:29

«¿No es acaso mi palabra como fuego y como martillo que pulveriza la roca?», afirma el Señor.

Ezequiel 3:3

Luego me dijo: «Hijo de hombre, cómete el rollo que te estoy dando hasta que te sacies». Me lo comí y era tan dulce como la miel.

Amós 3:8

Ruge el león; ¿quién no temblará de miedo? Habla el Señor y Dios; ¿quién no profetizará?

Jonás 1:2

«Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia».

Jonás 1:3

Pero Jonás huyó del Señor y se dirigió a Tarsis. Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis, pagó su pasaje y se embarcó con los que iban a esa ciudad, huyendo así del Señor.