Escuchen, israelitas, la palabra del Señor, porque el Señor entabla un pleito contra los habitantes del país: «Ya no hay en esta tierra fidelidad ni amor ni conocimiento de Dios.
«¿No te has dado cuenta de que esta gente afirma que yo, el Señor, he rechazado a los dos reinos que había escogido? Con esto desprecian a mi pueblo y ya no lo consideran una nación.
Diles: “Reyes de Judá y habitantes de Jerusalén, escuchen la palabra del Señor. Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: ‘Voy a enviar tal calamidad sobre este lugar que a todo el que la oiga le quedará retumbando en los oídos.
«Párate a la entrada del Templo del Señor y desde allí proclama este mensaje: ¡Escuchen la palabra del Señor, todos ustedes, habitantes de Judá que entran por estas puertas para adorar al Señor!
Israel estaba consagrado al Señor, era las primicias de su cosecha; todo el que comía de él sufría las consecuencias, les sobrevenía la calamidad”», afirma el Señor.
Así dice el Señor: «¿Qué injusticia vieron en mí sus antepasados que se alejaron tanto de mí? Se fueron tras ídolos sin valor y en algo sin valor se convirtieron.