«Levántate y baja ahora mismo a la casa del alfarero y allí te comunicaré mi mensaje».
Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas,
Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer.
Esto es lo que me mostró: El Señor estaba de pie junto a un muro construido a plomo y tenía una cuerda de plomada en la mano.
Si hubieran estado en mi consejo, habrían proclamado mis palabras a mi pueblo; lo habrían hecho volver de su mal camino y de sus malas acciones.
Así me dijo el Señor: «Ve y cómprate un cinturón de hilo de lino y póntelo en la cintura, pero no lo metas en agua».
En aquel tiempo el Señor habló por medio de Isaías, hijo de Amoz. Le dijo: «Anda, quítate la ropa de luto y las sandalias». Así lo hizo Isaías; anduvo desnudo y descalzo.
Esta es la palabra que vino a Jeremías de parte del Señor:
Entonces bajé a la casa del alfarero y lo encontré trabajando en el torno.