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Referencias Cruzadas

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Jeremías 18:11

Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Y ahora habla con los habitantes de Judá y de Jerusalén y adviérteles que así dice el Señor: “Estoy preparando una calamidad contra ustedes y elaborando un plan en su contra. ¡Vuélvanse ya de su mal camino; enmienden su conducta y sus acciones!”.

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40 Referencias Cruzadas  

Por eso el Señor dio esta advertencia a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y videntes: «¡Vuélvanse de sus malos caminos! Cumplan mis mandamientos y estatutos; obedezcan todas las leyes que ordené a sus antepasados y que les di a conocer a ustedes por medio de mis siervos los profetas».

Además, no he dejado de enviarles a mis siervos, los profetas, para decirles: ‘Conviértanse ya de su mal camino, enmienden sus acciones y no sigan a otros dioses para servirlos; entonces habitarán en la tierra que he dado a ustedes y a sus antepasados’. Pero ustedes no me han prestado atención; no me han hecho caso.

Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Corrijan su conducta y sus acciones y yo los dejaré vivir en este lugar.

Ellos los exhortaban: “Dejen ya su mal camino y sus malas acciones. Así podrán habitar en la tierra que, desde siempre y para siempre, el Señor ha dado a ustedes y a sus antepasados.

Ahora escuchen, ustedes los ricos: ¡lloren a gritos por las calamidades que les vienen encima!

Al contrario, comenzando con los que estaban en Damasco, siguiendo con los que estaban en Jerusalén y en toda Judea, y luego con los no judíos, a todos les prediqué que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, y que demostraran su arrepentimiento con sus buenas obras.

Por lo tanto, advierte al pueblo que así dice el Señor de los Ejércitos: »“Vuélvanse a mí, y yo me volveré a ustedes”, afirma el Señor de los Ejércitos.

Por tanto, así dice el Señor: «Ahora soy yo el que piensa traer sobre ellos una desgracia de la que no podrán escapar. Ya no andarán erguidos, porque ha llegado la hora de su calamidad.

Voy a decirles lo que haré con mi viña: Le quitaré su cerco para que sirva de pasto; derribaré su muro para que sea pisoteada.

Ahora escuchen esto, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero».

¿Acaso creen que me complace la muerte del malvado? ¿No quiero más bien que abandone su mala conducta y que viva? Yo, el Señor y Dios, lo afirmo.

Porque ustedes han descorazonado al justo con sus mentiras, sin que yo lo haya afligido. Han alentado al malvado para que no se convierta de su mala conducta y se salve.

»¡Afilen las flechas! ¡Ármense con escudos! El Señor ha incitado el espíritu de los reyes de los medos para destruir a Babilonia. Esta es la venganza del Señor, la venganza por su Templo.

¡A lo mejor su súplica llega a la presencia del Señor y cada uno se convierte de su mal camino! ¡Ciertamente son terribles la ira y el furor con que el Señor ha amenazado a este pueblo!».

Cuando los de Judá se enteren de todas las calamidades que pienso enviar contra ellos, tal vez abandonen su mal camino; entonces yo perdonaré su iniquidad y su pecado».

Así que enmienden ya su conducta y sus acciones; obedezcan al Señor su Dios y el Señor cambiará de parecer del mal que ha anunciado.

Tal vez te hagan caso y se conviertan de su mal camino. Si lo hacen, desistiré del mal que pensaba hacerles por causa de sus malas acciones.

Ellos dijeron: «Vengan, tramemos un plan contra Jeremías. Porque no faltará la Ley al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta. Ataquémoslo de palabra y no hagamos caso de nada de lo que diga».

Pero yo era como un manso cordero que es llevado al matadero; no sabía lo que estaban maquinando contra mí y que decían: «Destruyamos el árbol con su fruto, arranquémoslo de la tierra de los vivientes, para que nadie recuerde más su nombre».

Miré a la tierra y estaba sin forma y vacía; miré a los cielos y no había luz.

¡Alcen la señal para ir a Sión! ¡Busquen refugio, no se detengan! Porque yo traigo del norte calamidad y gran destrucción».

«¡Vuélvanse, apóstatas, y los curaré de su infidelidad!». «Aquí estamos, a ti venimos, porque tú eres el Señor nuestro Dios.

»Supongamos que un hombre se divorcia de su mujer y que ella lo deja para casarse con otro. ¿Podría volver el primero a casarse con ella? ¿No quedará la tierra completamente contaminada? Pues bien, tú te has prostituido con muchos amantes y ya no podrás volver a mí», afirma el Señor.

—Con respecto a lo que dice este libro que se ha encontrado, vayan a consultar al Señor por mí, por el pueblo y por todo Judá. Sin duda que la gran ira del Señor arde contra nosotros, porque nuestros antepasados no obedecieron lo que dice este libro ni actuaron según lo que está ordenado para nosotros.

El rey de Aram le respondió: —Bien, puedes ir; yo le mandaré una carta al rey de Israel. Y así Naamán se fue, llevando diez talentos de plata, seis mil siclos de oro y diez mudas de ropa.

Será mejor que bajemos a confundir su idioma para que ya no se entiendan entre ellos mismos».

El justo perece y a nadie le importa; mueren los siervos fieles y nadie comprende que el justo perece para ser librado del mal.

«Israel, si piensas volver, vuélvete a mí», afirma el Señor. «Si quitas de mi vista tus ídolos abominables y no te alejas de mí,

Por eso, así dice el Señor: “Les enviaré una calamidad de la cual no podrán escapar. Aunque clamen a mí, no los escucharé.

El profeta Jeremías dijo lo siguiente a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén:

Personas y animales vestirán telas ásperas y clamarán a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos.

»Así que ahora el Señor ha puesto un espíritu mentiroso en la boca de todos estos profetas suyos. El Señor ha decretado para usted la calamidad».

Jerusalén, limpia de maldad tu corazón para que seas salvada. ¿Hasta cuándo hallarán lugar en ti los pensamientos perversos?

Diles: “Reyes de Judá y habitantes de Jerusalén, escuchen la palabra del Señor. Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: ‘Voy a enviar tal calamidad sobre este lugar que a todo el que la oiga le quedará retumbando en los oídos.

«Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Como esta ciudad y todos sus pueblos vecinos se han obstinado en desobedecer mis palabras, voy a mandarles toda la calamidad que había prometido”».




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