¡Asna salvaje acostumbrada al desierto! Cuando ardes en deseos, olfateas el viento; cuando estás en celo, no hay quien te detenga. Ningún macho que te busque tiene que fatigarse: cuando estás en celo, fácilmente te encuentra.
Para colmo, desfallecen nuestros ojos esperando en vano que alguien nos ayude. Desde nuestras torres estamos en espera de una nación que no puede salvarnos.
La fortaleza será abandonada, y desamparada la ciudad populosa; para siempre convertidas en cuevas quedarán la torre y la fortaleza; convertidas en deleite de asnos salvajes, en pastizal de rebaños,