Los nobles mandan por agua a sus siervos y estos van a las cisternas, pero no la encuentran. Decepcionados y confundidos, vuelven con sus cántaros vacíos y con la cabeza cubierta.
David, por su parte, subió al monte de los Olivos llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todos los que lo acompañaban se cubrieron la cabeza y subieron llorando.
»No hagan caso a Ezequías. Así dice el rey de Asiria: “Hagan las paces conmigo y ríndanse. De esta manera cada uno podrá comer de su vid y de su higuera y beber agua de su propio pozo,
«Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
Pero el Señor está conmigo como un guerrero poderoso; por eso los que me persiguen caerán y no podrán prevalecer, fracasarán y quedarán avergonzados. Eterna será su deshonra; jamás será olvidada.
De lo contrario, la desnudaré por completo; la dejaré como el día en que nació. La pondré como un desierto: la convertiré en tierra seca y la mataré de sed.
«Yo les retuve la lluvia cuando aún faltaban tres meses para la cosecha. En una ciudad hacía llover, pero en otra no; una parcela recibía lluvia, mientras que otra no y se secó.