Entonces la palabra del Señor vino a mí y me dijo por segunda vez:
Entonces la palabra del Señor vino a mí y me dijo:
Conforme a la instrucción del Señor, compré el cinturón y me lo puse en la cintura.
«Toma el cinturón que has comprado y que tienes puesto en la cintura; ve a Perat y escóndelo allí, en la grieta de una roca».
a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus oficiales, para convertirlos en ruinas, en motivo de horror, burla y maldición, como hoy se puede ver.