«¡Aquí estoy contra ti!», afirma el Señor de los Ejércitos. «Te levantaré la falda hasta la cara para que las naciones vean tu desnudez y los reinos descubran tus vergüenzas.
«Y cuando te pregunten: “¿Por qué el Señor nuestro Dios nos ha hecho todo esto?”, tú responderás: “Así como ustedes me han abandonado y en su propia tierra han servido a dioses extranjeros, así también en tierra extraña servirán a gente extranjera”.
Grave es el pecado de Jerusalén; por eso se ha vuelto impura. Los que antes la honraban ahora la desprecian, pues han visto su desnudez. Ella misma gime y no se atreve a dar la cara.
En aquel tiempo registraré Jerusalén con lámparas para castigar a los que reposan tranquilos como vino en su sedimento, a los que piensan: “El Señor no va a hacer nada, ni para bien ni para mal”.
De lo contrario, la desnudaré por completo; la dejaré como el día en que nació. La pondré como un desierto: la convertiré en tierra seca y la mataré de sed.
»Ahora, escucha esto, provocadora; tú, que moras confiada y te dices a ti misma: “Yo soy y no hay otra fuera de mí. Nunca enviudaré ni me quedaré sin hijos”.
así también, el rey de Asiria llevará desnudos y descalzos a los egipcios y a los desterrados de Cus, los llevará desnudos de la cintura hacia abajo, tanto a jóvenes como a viejos para vergüenza de Egipto.
Y el pueblo al que profetizan será arrojado a las calles de Jerusalén a causa del hambre y de la espada. No habrá quien los entierre, ni a ellos ni a sus esposas, ni a sus hijos ni a sus hijas. Y derramaré sobre ellos la calamidad que se merecen”.
Su madre es una prostituta; la que los concibió es una desvergonzada. Pues dijo: “Quiero ir tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas”.