Aunque ayunen, no escucharé sus clamores; aunque me ofrezcan holocaustos y ofrendas de cereal, no los aceptaré. En verdad, voy a exterminarlos con la espada, el hambre y la plaga».
que yo, el Señor, les advierto: ‘Voy a enviar una desgracia sobre este lugar y sus habitantes, según todo lo que dice el libro que ha leído el rey de Judá.
El Señor de los Ejércitos, el que te plantó, ha decretado una calamidad contra ti, por causa de la maldad que cometieron el pueblo de Israel y la tribu de Judá. Dice el Señor: «Me han ofendido al quemar incienso a Baal».
Escucha, tierra: Traigo sobre este pueblo una desgracia, fruto de sus maquinaciones, porque no prestaron atención a mis palabras, sino que rechazaron mi Ley.
El Hijo refleja el brillo de la gloria de Dios y es la fiel representación de lo que él es. Él sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas.
Cuando la gente esté diciendo: «Paz y seguridad», vendrá de improviso sobre ellos la destrucción, como llegan los dolores de parto a la mujer embarazada. De ninguna manera podrán escapar.
Será como cuando alguien huye de un león y se le viene encima un oso, o como cuando al llegar a su casa, apoya la mano en la pared y lo muerde una serpiente.
Castigaré la iniquidad de él, la de su descendencia y la de sus siervos. Enviaré contra ellos, y contra los habitantes de Jerusalén y de Judá, todas las calamidades con que los amenacé, porque no me hicieron caso”».
»Por eso, así dice el Señor Dios de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Voy a enviar contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén todas las calamidades que ya he anunciado, porque les hablé y no me obedecieron; los llamé y no me respondieron”».
«Por eso su camino será resbaladizo; serán empujados a las tinieblas, y en ellas se hundirán. Yo traeré sobre ellos una calamidad en el año de su castigo», afirma el Señor.
«Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Como esta ciudad y todos sus pueblos vecinos se han obstinado en desobedecer mis palabras, voy a mandarles toda la calamidad que había prometido”».
Diles: “Reyes de Judá y habitantes de Jerusalén, escuchen la palabra del Señor. Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: ‘Voy a enviar tal calamidad sobre este lugar que a todo el que la oiga le quedará retumbando en los oídos.
Y si te preguntan: “¿A dónde iremos?”, entonces responderás que así dice el Señor: »“Los destinados a la muerte, a la muerte; los destinados a la espada, a la espada; los destinados al hambre, al hambre; los destinados al cautiverio, al cautiverio”.
»En cuanto a ti, Jeremías, no ores por este pueblo. No me ruegues ni me supliques por ellos, porque yo no escucharé cuando clamen a mí por causa de su calamidad.
que yo, el Señor, les advierto: ‘Voy a enviar una desgracia sobre este lugar y sus habitantes, y haré que se cumplan todas las maldiciones que están escritas en el libro que se ha leído ante el rey de Judá.
Y ahora habla con los habitantes de Judá y de Jerusalén y adviérteles que así dice el Señor: “Estoy preparando una calamidad contra ustedes y elaborando un plan en su contra. ¡Vuélvanse ya de su mal camino; enmienden su conducta y sus acciones!”.
»Como si convocaras a un día de fiesta, convocaste contra mí terror de todas partes. En el día de la ira del Señor nadie pudo escapar, nadie quedó con vida. A mis seres queridos, a los que eduqué, los aniquiló el enemigo».
«Hijo de hombre, estas personas han hecho de su corazón un altar de ídolos y han puesto piedras de tropiezo que los hacen pecar. ¿Cómo voy a permitir que me consulten?