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Referencias Cruzadas

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Génesis 6:6

Biblia Nueva Versión Internacional 2022

lamentó haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en el corazón.

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34 Referencias Cruzadas  

Pero ellos se rebelaron y afligieron a su Santo Espíritu. Por eso se convirtió en su enemigo y luchó él mismo contra ellos.

«Lamento haber hecho rey a Saúl, pues se ha apartado de mí y no ha llevado a cabo mis instrucciones». Tanto se alteró Samuel que pasó la noche clamando al Señor.

No agravien al Espíritu Santo de Dios con el que fueron sellados para el día de la redención.

Por eso me enojé con aquella generación y dije: “Siempre se alejan de mí y no reconocen mis caminos”.

En verdad, el que es la Gloria de Israel no miente ni cambia de parecer, pues no es hombre para cambiar de opinión.

Entonces el ángel del Señor, que estaba en el lugar donde Arauna el jebuseo limpiaba el trigo, extendió su mano hacia Jerusalén para destruirla. Pero el Señor se lamentó del castigo que había enviado y dijo al ángel destructor: «¡Basta! ¡Detén tu mano!».

Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice?

Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que habían abandonado su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que había anunciado.

Rásguense el corazón y no las vestiduras. Vuélvanse al Señor su Dios, porque él es misericordioso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, cambia de parecer y no castiga.

Entonces el Señor se calmó y desistió de hacer a su pueblo el daño que había sentenciado.

Diles: “Tan cierto como que yo vivo, afirma el Señor y Dios, no me alegro con la muerte del malvado, sino con que se convierta de su mala conducta y viva. ¡Conviértete, pueblo de Israel; conviértete de tu conducta perversa! ¿Por qué habrás de morir?”.

»¿Acaso Ezequías, rey de Judá, y todo su pueblo mataron a Miqueas? ¿No es verdad que Ezequías temió al Señor y pidió su ayuda, y que el Señor desistió del mal que les había anunciado? Sin embargo, nosotros estamos por provocar nuestro propio mal».

Entonces Dios envió un ángel a Jerusalén para destruirla. Y al ver el Señor que el ángel la destruía, se lamentó y dijo al ángel destructor: «¡Basta! ¡Detén tu mano!». En ese momento, el ángel del Señor se hallaba en el lugar donde Arauna el jebuseo limpiaba el trigo.

Si hubieras prestado atención a mis mandamientos, tu paz habría sido como un río; tu justicia, como las olas del mar.

Dios se acordó del pacto que había hecho con ellos y por su gran amor les tuvo compasión.

Samuel nunca más volvió a ver a Saúl, aunque hacía duelo por él. Y el Señor lamentaba haber puesto a Saúl como rey de Israel.

El Señor defenderá a su pueblo cuando lo vea sin fuerzas; tendrá compasión de sus siervos cuando ya no queden ni esclavos ni libres.

¡Si tan solo fueran sabios, entendieran esto y comprendieran cuál será su fin!

¡Ojalá tuvieran un corazón inclinado a temerme y cumplir todos mis mandamientos para que a ellos y a sus hijos siempre les vaya bien!

Toda buena dádiva y toda perfecta bendición descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y quien no cambia ni se mueve como las sombras.

¿Y con quiénes se enojó Dios durante cuarenta años? ¿No fue acaso con los que pecaron, los cuales cayeron muertos en el desierto?

»Yo, el Señor, no cambio. Por eso ustedes, descendientes de Jacob, no han sido exterminados.

»¿Cómo podría yo entregarte, Efraín? ¿Cómo podría abandonarte, Israel? ¿Cómo puedo entregarte como a Admá? ¿Cómo puedo hacer contigo como con Zeboyín? Dentro de mí, el corazón me da vuelcos, y se me conmueven las entrañas.

Me repugna mirar a esos traidores, porque no cumplen tus palabras.

El Señor ha jurado y no cambiará de parecer: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec».

Cuarenta años estuve enojado con aquella generación y dije: «Son un pueblo que siempre se aleja de mí, que no reconoce mis caminos».

»Si mi pueblo tan solo me escuchara, si Israel quisiera andar por mis caminos,

¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto y lo entristecieron en los páramos!

porque los regalos de Dios son irrevocables, como lo es también su llamamiento.

Entonces el Señor dijo: «Voy a borrar de la superficie de la tierra al ser humano que he creado. Y haré lo mismo con los animales, los reptiles y las aves del cielo. ¡Me duele haberlos hecho!».

En un momento puedo hablar de arrancar, derribar y destruir a una nación o a un reino;




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