Mi hijo Judá es como un cachorro de león que se ha nutrido de la presa. Se agacha como un león, se tiende como una leona: ¿quién se atreverá a despertarlo?
Se agacha como un león, se tiende como una leona: ¿quién se atreverá a despertarlo? »¡Benditos sean los que te bendigan! ¡Malditos sean los que te maldigan!».
Uno de los ancianos me dijo: «¡Deja de llorar que ya el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido! Él sí puede abrir el rollo y sus siete sellos».
El remanente de Jacob será, entre las naciones, en medio de muchos pueblos, como un león entre los animales del bosque, como un leoncillo entre las ovejas del rebaño, que al pasar las pisotea y las desgarra sin que nadie pueda rescatarlas.
Yo seré como un león para Efraín y como un gran león para el pueblo de Judá. Yo mismo los haré pedazos y luego me alejaré; yo mismo me llevaré la presa y no habrá quien me la arrebate.