Pero José los increpó una vez más: —Es tal como les he dicho. ¡Ustedes son espías!
Su enojo se ha encendido contra mí; me cuenta entre sus enemigos.
¿Por qué no me das la cara? ¿Por qué me tienes por enemigo?
Pero ellos volvieron a responder: —Nosotros, sus siervos, éramos doce hermanos, todos hijos de un mismo padre que vive en Canaán. El menor se ha quedado con nuestro padre y el otro ya no vive.
Y con esto lo vamos a comprobar: Les juro por la vida del faraón que de aquí no saldrán con vida a menos que traigan a su hermano menor.