con estas palabras: «Tu nombre es Jacob, pero ya no te llamarás así. De aquí en adelante te llamarás Israel». Y en efecto, ese fue el nombre que le puso.
Pero la madre del niño exclamó: —¡Tan cierto como el Señor y usted viven, le aseguro a usted que no lo dejaré solo! Así que Eliseo se levantó y fue con ella.
Jabés rogó al Dios de Israel: «Bendíceme y ensancha mi territorio; ayúdame y líbrame del mal, para que no padezca aflicción». Y Dios le concedió su petición.