Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada y se acostó a dormir en ese lugar.
Pues, así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así también por medio de él tenemos abundante consuelo.
—Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
A la mañana siguiente, Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como monumento y derramó aceite sobre ella.
y dijo a sus parientes: —¡Junten piedras! Ellos juntaron piedras, las amontonaron y comieron allí, junto al montón de piedras.
Al anochecer, Abram cayó en un profundo sueño y lo envolvió una oscuridad aterradora.
En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob cambió su nombre por Betel.