El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y juró que cumpliría con su encargo.
Un día, Abraham dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien administraba todos sus bienes: —Pon tu mano debajo de mi muslo
Luego tomó diez camellos, y toda clase de regalos de lo mejor que tenía su amo, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin.