Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.
Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad.
Dios el Señor plantó un jardín al oriente del Edén y allí puso al hombre que había formado.
El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados.
Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado toda la obra que había emprendido.
Jamás he ocultado mi pecado como el común de la gente, ni he mantenido mi culpa en secreto
El tercero se llamaba Tigris, que corría al este de Asiria. El cuarto era el Éufrates.
Dios el Señor le ordenó al hombre: «Puedes comer de todos los árboles del jardín,