Luego, a los jóvenes y ancianos que se agolparon contra la puerta de la casa los dejaron ciegos, de modo que ya no podían encontrar la puerta.
Como ya los arameos se acercaban a él, Eliseo volvió a orar: «Señor, castiga a esta gente con ceguera». Y él hizo lo que pidió Eliseo.
Ahora la mano del Señor está contra ti; vas a quedarte ciego y por algún tiempo no podrás ver la luz del sol». Al instante cayeron sobre él sombra y oscuridad, y comenzó a buscar a tientas a alguien que lo llevara de la mano.
¿Por qué cambias con tanta ligereza tu parecer? Pues también Egipto te defraudará, como te defraudó Asiria.
De tanto andar te cansaste, pero no dijiste: “Hasta aquí llego”. Lograste renovar tus fuerzas; por eso no desmayaste.
El trabajo del necio tanto lo fatiga que ni el camino a la ciudad conoce.
Luego dijeron a Lot: —¿Tienes otros familiares aquí? Saca de esta ciudad a tus yernos, hijos, hijas y a todos los que te pertenezcan