Ya que han pasado por donde está su servidor, déjenme traerles algo de comer para que se sientan mejor antes de seguir su camino. —¡Está bien —respondieron ellos—, hazlo así!
Al cuarto día madrugaron y él se dispuso a salir, pero el padre de la muchacha dijo a su yerno: «Repón tus fuerzas con algo de comida, luego podrás irte».
—No, por favor —insistió Jacob—; si he logrado que me trates bien, acepta este presente que te ofrezco. Ya que me has recibido tan bien, ¡ver tu rostro es como ver a Dios mismo!
Tengo dos hijas que todavía son vírgenes; voy a traérselas para que hagan con ellas lo que les plazca, pero a estos hombres no les hagan nada, pues han venido a hospedarse bajo mi techo.
¡Presten atención! El Señor, el Señor de los Ejércitos, retira de Jerusalén y de Judá todo apoyo y sustento: toda provisión de pan, toda provisión de agua.
Gedeón se fue a preparar un cabrito; además, con un efa de harina hizo panes sin levadura. Luego puso la carne en una canasta y el caldo en una olla, y los llevó bajo la encina para ofrecerlos.
Pero el ángel del Señor respondió: —Aunque me detengan, no probaré nada de tu comida. Pero si preparas un holocausto, ofréceselo al Señor. Manoa no se había dado cuenta de que aquel era el ángel del Señor.