—Vuelve junto a ella y sométete a su autoridad —le dijo el ángel del Señor—.
Enseña a los esclavos a someterse en todo a sus amos, a procurar agradarles y a no ser respondones.
Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo.
Si el ánimo del gobernante se exalta contra ti, no abandones tu puesto. La tranquilidad es el remedio para los grandes errores.
—Tu esclava está en tus manos —contestó Abram—, haz con ella lo que bien te parezca. Y de tal manera comenzó Saray a maltratar a Agar que esta huyó de su presencia.
y le preguntó: —Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas? —Estoy huyendo de mi dueña Saray —respondió ella.
De tal manera multiplicaré tu descendencia que no se podrá contar.