Abram llevó todos estos animales, los partió por la mitad y puso una mitad frente a la otra, pero no partió las aves.
Después la desgarrará por las alas, pero sin arrancárselas. Entonces el sacerdote la quemará en el altar sobre la leña encendida. Es un holocausto, una ofrenda puesta al fuego cuyo aroma es grato al Señor.
Cuando el sol se puso y cayó la noche, aparecieron un horno humeante y una antorcha encendida, los cuales pasaban entre los animales descuartizados.
Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad.
El Señor respondió: —Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma.
Y las aves de rapiña comenzaron a lanzarse sobre los animales muertos, pero Abram las espantaba.