Devorará las crías de tu ganado y las cosechas de tu tierra hasta aniquilarte. No te dejará trigo, ni vino nuevo, ni aceite, ni terneras en las manadas, ni corderos en los rebaños, hasta dejarte completamente arruinado.
El Señor te herirá en las rodillas y en las piernas, y con llagas malignas e incurables que te cubrirán todo el cuerpo, desde la planta del pie hasta la coronilla.
Ante tus propios ojos degollarán a tu buey y no probarás su carne. Te quitarán tu burro a la fuerza y no te lo devolverán. Tus ovejas pasarán a manos de tus enemigos y nadie te ayudará a rescatarlas.
Al encaminarse hacia la tierra de Canaán, Abram se llevó a su esposa Saray, a su sobrino Lot, a toda la gente que habían adquirido en Jarán y todos los bienes que habían acumulado. Salieron para la tierra de Canaán y allá llegaron.
El valle de Sidín estaba lleno de pozos de asfalto y, cuando los reyes de Sodoma y Gomorra huyeron, cayeron en ellos, pero los demás lograron escapar hacia los montes.