Los niños crecieron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tranquilo que prefería quedarse en el campamento.
Al unirse los hijos de Dios con las hijas de los seres humanos y tener hijos con ellas, nacieron gigantes, que fueron los poderosos guerreros de antaño. A partir de entonces hubo gigantes en la tierra.
Adviérteles que así dice el Señor y Dios: “¡Ay de las que hacen objetos de hechicería y velos de varios tamaños para atrapar a la gente! ¿Acaso creen que pueden atrapar la vida de mi pueblo y salvarse ustedes?
»Voy a enviar a muchos pescadores —afirma el Señor—, ellos los pescarán a ustedes. Después enviaré a muchos cazadores; ellos los cazarán por todas las montañas, colinas y por las grietas de las rocas.
que por las aguas del río Nilo envía emisarios en barcas de juncos! Vayan, veloces mensajeros, a una nación de gente alta y de piel brillante, a un pueblo temido por doquier, a una nación agresiva y dominante, cuya tierra está surcada por ríos.